Es bueno comenzar el año con voluntad de renovación. Cada año que se nos ofrece es un tiempo abierto a nuevas posibilidades, un tiempo de gracia y de salvación en el que se nos invita a vivir de manera nueva. Por ello, es importante escuchar las preguntas que pueden brotar de nuestro interior.
¿Qué espero yo del nuevo año? ¿Será un año dedicado a «hacer cosas», acumular tensión, nerviosismo y malhumor o será un año en que aprenderé a vivir de manera más relajada y serena?
¿Qué es lo que realmente quiero yo este año? ¿A qué dedicaré el tiempo más precioso e importante? ¿Será, una vez más, un año vacío, superficial y rutinario, o un año en que intentaré vivir con gozo y gratitud?
¿Con quiénes me encontraré este año? ¿A qué personas me acercaré? ¿Pondré en ellas alegría, vida, esperanza, o contagiaré desaliento, tristeza y acurrimiento? Por donde yo pase, ¿será la vida más gozosa y llevadera o más dura y penosa?
¿Viviré este año preocupado solo por mi pequeño bienestar o me interesaré también por hacer felices a los demás? ¿Me encerraré en mi viejo egoísmo de siempre o viviré de manera creativa, tratando de llevar a mi familia y amigos ayuda y alegría?
¿Seguiré viviendo de espaldas a Dios o me atreveré a creer que es mi mejor Amigo? ¿Permaneceré mudo ante El, sin abrir mis labios ni mi corazón, o brotará por fin desde mi interior una oración sincera?
«Dios comienza siempre de nuevo». ¿Te atreves tú también a renovar tu vida?